martes, 29 de octubre de 2013

Soñar el 68

Seguimos en Octubre... mes de la Matanza de Tlatelolco
y es preciso escribir acerca de este suceso aun no olvidado...

Cuarenta y cinco años han transcurrido desde aquel acto ignominioso del poder. Fabrizio Mejía Madrid  nos recuerda que esa fecha - 2 de octubre del 68 - es un pozo oscuro que nos sigue devolviendo nuestro propio eco.

UNA RED DE AGUJEROS

La mañana del 19 de Septiembre de 1968 apareció un auto negro, sin placas, con los vidrios polarizados frente a la casa de mi abuela. La noche anterior diez mil soldados del cuerpo de paracaidistas, al mando del general Jose Hernandez Toledo, habían tomado Ciudad Universitaria y detenido a cientos de estudiantes en huelga . Yo tenia apenas 7 meses de nacido pero el relato de mi abuela perpetuo ese momento durante décadas.
- Tu tío había salido corriendo de la Facultad de Ingeniería junto con un maestro que se llamaba Heberto Castillo. Tu tío le dijo: "Hacia la barda del Paseo de las Facultades, Ingeniero", pero el se fue hacia el otro lado. A la mañana siguiente apareció el coche negro frente a nuestra casa. Había  dos agentes de la secreta ahí adentro  esperando día y noche a que saliera tu tío para detenerlo. Entonces, tus tías y yo nos turnábamos para ir al mercado y regresar. De noche no prendíamos las luces y hablábamos quedito. Tu tío no salio de la casa en un mes. El coche se fue el primero de octubre, un día antes de la matanza en Tlatelolco. Para mi, ese automóvil que vigila la casa de una familia representa lo inexplicable  de la violencia del poder. Es un abismo.
Con el tiempo he logrado ir llenando los huecos del relato de mi abuela. Ahora se, por ejemplo, que la toma militar de Ciudad Universitaria fue el mismo día que la muerte del poeta León Felipe. En 1968 conocí a una mujer casi albina, vestida con camisas chiapanecas que decía haber sido criada y novia de León Felipe. Se llamaba Alcira y era Uruguaya. Los cuentos sobre ella en los pasillos de la facultad de Filosofía y Letras coincidían en que aquel 18 de de Septiembre, al ver los tanques de asalto del ejercito de Diaz Ordaz llegaban a la explanada de Rectoria, Alcira tomo la decisión de encerrarse en un baño. Vivió ahí durante las semanas que tardo el ejercito en recibir la orden para desocupar las universidades y concentrarse en la Plaza de las Tres Culturas para la masacre del 2 de octubre. Yo veía  a Alcira, con la piel pegada al hueso, casi sin dientes, recitando en francés un poema de Rimbaud sobre los colores, pegando carteles con dibujos de cuadros de Miró, y gritando consignas con nosotros en los días de huelga universitaria de 1968. Pero lo que veía en Alcira, ademas de los rumores que corrían sobre ella - que en algún tiempo habían vivido en lo alto de la Rectoria sin que nadie se diera cuenta, que los estudiantes se cooperaban para que comiera, pero que prefería comprar con ese dinero plumones y cartulinas para sus dibujos-, lo que veía en esa boca desdentada era también un abismo. Era la otra cara del hueco dejado en casa de mi abuela por el auto negro. lo siniestro siempre es doble: lo escuro de los victimarios y los estragos de esa oscuridad sobre las victimas. Nunca pude deslindar el auto negro de la boca de Alcira. La contundencia de uno, lo desvariado del otro. La idea de asomarse hacia el interior de aquel auto de la policía secreta  que había acosado a mi familia y no encontrar nada, sino un abismo. La idea de platicar cada medio día con Alcira y no lograr entender casi nada de lo que decía. La locura del poder había dejado desde la silla presidencial y los estudiantes la habían resistido con alegría, con relajo. Pero, casi 20 años después las huellas de la locura enfrentada seguían ahí, en ellos, con algo de incomprensible. Ni siquiera Roberto Bolaño en Los Detectives Salvajes, su novela sobre estos parajes, fue capaz de atrapar el alma de Alcira. Repitió los rumores, contó el episodio del baño, pero jamas logro asomarse al interior. Era un abismo, y el abismo no puede escribirse mas que por sus contornos. 
Durante los siguientes 30 años que le siguieron, el 68 mexicano se pensó como un pozo al que había que asomarse para gritar y que el eco te devolviera tu nombre. El principio sin fondo podía ser llenado con los nombres de las victimas, de los muertos, de los desaparecidos, de los encarcelados, de sus historias, del mismo modo en el que se le podía atribuir el inicio de la lucha democrática en México. Ese pozo  que nos sigue devolviendo nuestro propio eco. Como el del relato asustado de mi abuela. Mi tío le dice a Heberto Castillo que corran del ejercito hacia el Paseo de las Facultades. El profesor, uno de los lideres de la Coalición de Maestros, corre en sentido contrario hacia el Pedregal. Mi tío logra saltar la barda de Copilco con dos compañeros, pero al tercero lo detienen los soldados mientras trata de treparse por las piedras volcánicas. Detenido, el estudiante sin nombre -en el recuerdo de mi abuela- arroja unas llaves por encima de la barda:
 -Huyan en mi coche- grita.
Mi tío toma las llaves y corre a todo pulmón seguido de los otros dos. Sobre insurgentes se separan. Mi tío abre la mano y mira las llaves por primera vez. ¿'De que coche son? ¿Donde esta el coche? ¿Como se llamaba quien se las aventó del otro lado de la barda? 
Heberto Castillo corre en sentido contrario, hacia el Pedregal. Son las diez y media de la noche y duerme ahí con el calor que las piedras volcánicas guardan del sol. Sin agua, sin comida, deambula,  enloquecido por el miedo a que lo detengan.
-Si te agarran, te van a matar- le había advertido una tarde en su casa el general Lázaro Cárdenas.
Y, en medio de la bruma, en un hueco de la memoria, Heberto ve al escritor Jose Revueltas sentado en una piedra, con las piernas cruzadas y fumando. El se acerca, lo quiere tocar, pero es un espejismo. Esta solo y el abismo solo le devuelve su propio nombre.

Esta es una versión abreviada del texto "El preciso orden de las gotas de lluvia" que aparecerá en otras voces y otros ecos del 68, coordinado por Salvador Martinez della Rocca, "El Pino", para los 45 años del 68.
Fuente: Revista Letras Libres, revista mensual del mes de Octubre 2013, año XV.    
   

1 comentario:

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